Sunday, June 22, 2008

La mala memoria europea


La semana recién pasada la comunidad europea dio un duro golpe en contra de los inmigrantes indocumentados, cuando aprobó la “directiva de retorno” donde se estipula que los inmigrantes indocumentados que sean detenidos en suelo europeo podrán ser recluidos hasta 18 meses en centros de retención a espera de una expulsión.

La normativa contempla además el castigo de 5 años sin volver a ningún país europeo y que los menores de edad pueden ser repatriados

Este plan, desarrollado por las élites económicas europeas, permitirá criminalizar a los inmigrantes, en su mayoría pobres.

El aroma a fascismo se está apoderando nuevamente del viejo continente, que pretende juzgar a las personas por pertenecer a un grupo. Antiguamente se usaba un perfil racial o religioso, hoy en día, el patrón migratorio.

Siento temor que los fantasmas de Mussolini, Hitler o Francisco Franco se hayan levantado de sus tumbas a susurrar en los oídos de los parlamentarios europeos.

Este es el resultado de la cavilación y miedo de muchos intolerantes que no quieren aceptar la mezcla idiomática y cultural, que ven a las minorías como una diferencia inaceptable, casi como una peste.

Con estas medidas no existirán trabas ni excusas para no comenzar la caza de indocumentados, un deporte detestable que algunos están deseosos de emprender.

Las cárceles son para verdaderos criminales, para los que andan sueltos por ahí libres e impunes y para aquellos delincuentes a quienes los mismos gobiernos, por intereses personales, dan todo tipo de indulgencias.

Europa está dando un ejemplo de lo que no se debe hacer, una solución holgazana que seguramente actuará como un gancho para que otros se cuelguen de ella.

Entiendo que los países no puedan abrir paso libre a cualquier persona por seguridad y porque quizás es difícil de mantener un orden. Pero la pereza a la cual me refiero descansa en la falta de soluciones reales, humanas e integrales.

Cuesta trabajo entender cómo un continente que pudo lograr algo tan complejo como unificar 27 países en una sola colectividad, no pueda o no quiera buscar soluciones satisfactorias a la problemática migratoria que no sea encarcelar.

El viejo continente tiene mala memoria o simplemente es desagradecido. No se acuerda que millones de europeos fueron recibidos en América Latina durantes los siglos XIX y la primera mitad del siglo XX.

Alemanes, polacos, ingleses, croatas, irlandeses, portugueses, españoles e italianos, fueron acogidos en su aventura migratoria, porque ellos también tuvieron épocas de miseria, de persecución política, de guerras, y en su momento también buscaron horizonte fuera de su tierra. Las migraciones han sido una necesidad para la humanidad desde que el mundo es mundo y desde que las personas buscan el bienestar.

Que prueba más fehaciente de la mezcla transoceánica que la cantidad de apellidos italianos en Argentina, las ciudades de colonias alemanas en el sur de Chile, la población uruguaya, formada mayormente por descendientes de europeos y el 10 por ciento de la población brasilera que posee por lo menos un antepasado germánico.

Muchos españoles, entre ellos mis propios bisabuelos, huyeron del gobierno de Franco y la guerra civil para buscar mejores oportunidades de vida.

En su mayoría, los países que recibieron los inmigrantes europeos lo hicieron abiertamente. Hoy en día esas personas están mezcladas homogéneamente en nuestros países y viven armoniosamente integradas a la sociedad.

En mi país, como en muchos otros, las colonias extranjeras gozan de buen pasar, poseen grandes negocios, exclusivos clubes y hasta equipos de fútbol.

A estos extranjeros se les dio una oportunidad para seguir adelante y nosotros como países receptores también nos beneficiamos de su experiencia, conocimiento y diferencia cultural.

¿Por qué los países desarrollados que niegan a los inmigrantes no pueden reconocer que los “sin papeles” también cooperan a la grandeza de sus economías y a la riqueza de sus culturas?

Insisto, no es solo un problema de dinero, sino también porque existe un asqueo a nivel mundial hacia el diferente, al que no se ve igual, al que no habla igual, al que no come igual, al que no huele igual. Este repelo se esconde detrás de leyes como la recién aprobada.

Señores del viejo continente, les hace falta volver a hojear sus textos de historia, recordar los cuentos de los abuelos, mirar fotografías, buscar en el pasado y mirarse en un espejo para preguntarse si lo que están intentando hacer es lo que justamente se evitó para sus propios antepasados.