Monday, May 12, 2008

Verdadero protagonismo

(Fotografia Danielle Pascal)

Nunca sabremos cómo podemos cambiar o influir en la vida de una persona. A veces, sin querer, nos convertimos en quijotes para otras personas que buscan una luz.
Hace varios meses atrás, una caja de zapatos forrada en papel de regalo y llena de pequeños obsequios y libros iba en rumbo desconocido a algún lugar del mundo.
La duda de dónde logró llegar esa caja se disipó hace unas semanas, cuando a mi casa llegó una carta a nombre de mi hijo que resumidamente expresaba: “Querido Amaru: Te agradezco en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. ¿Cómo estas? Yo y mi familia estamos bajo el cuidado de Dios, es decir, estamos bien.
Recibí los regalos y estoy muy contenta porque no esperaba estos maravillosos presentes. Estoy de acuerdo en convertirme en tu amiga pero lo más importante que quiero decirte es que no olvides de dejar todo lo que haces en las manos de Dios.
Si me respondes te enviaré una foto mía. Por favor, contesta esta carta, así podremos seguir comunicándonos. Tuya en Cristo Judy”.
Cuando terminé de leer la carta sentí un nudo en la garganta mezclado con una inmensa emoción. Una pequeña de 7 años nativa de Zambia, Africa, nos había regalado su sonrisa a través de estas palabras.
Aquella niña había recibido la caja que mi hijo y yo habíamos preparado en la navidad como parte de una actividad social realizada por su preescolar para compartir con algún niño pobre del mundo. Intenté dibujar en mi mente el momento en que sus pequeñas manos abrían la caja y luego cuando escribía la carta.
Pretendí imaginar su casa y su paupérrima realidad para luego entender, una vez más, que en los pequeños gestos está la mayor de las grandezas. Sentí también satisfacción de que mi hijo asista a una escuela donde les incentivan desde pequeños la conciencia social, el compartir y la compasión.
Un lugar donde nunca me han pedido aparecer en nuestro semanario pero que goza de muchas cualidades para ser expuestas y de las cuales nuestra comunidad podría aprender. También cavilé acerca del falso protagonismo. De todas esas personas e instituciones que se jactan de ayudar, que se atribuyen logros aparentes y se dedican a figurar de periódico en periódico. Mientras ellos hacen su juego de fama y poder, otros por debajo, sin importarles los momentos de gloria ni buscar publicidad, trabajan para la gente y sus necesidades reales.
Hoy en día, la cualidad de la entrega sin buscar reconocimiento es un ejercicio en extinción, al igual que la sensibilidad ante la adversidad ajena.
La displicencia es grande y difícil de combatir. No quiero decir que a todas las personas no les afecte lo que sucede en el mundo, solo digo que la indolencia se apodera de nosotros y es una cruel consejera.
Por eso todos estos programas son tan importantes, porque además de ayudar a los más necesitados también nos ayuda a nosotros, a buscar en lo más profundo esa esencia solidaria con la que nacemos pero que de a poco, al paso del tiempo, se logra menguar.
Por mi parte, ayudaré a que Judy y Amaru sigan comunicándose para que quizás logren mantener un afecto duradero. Sería una bella historia de amistad de la cual podría escribir cuando ya los años se me vengan encima.
Y si a usted no le importuna y quisiera conocer este programa para participar uniendo corazones en el mundo, escríbame y déjeme compartirlo con usted. Será un placer y un honor para mí.