Monday, March 31, 2008

El niño "Bully"


Al otro lado del mundo miles de hombres sostienen una pelea que parece no tener tregua.
En este lado del planeta miles de padres, esposas e hijos esperan estrechar los brazos de los que han partido a cumplir con el deber, que hoy en día, muchos aún no tienen claro cual es.
Los latidos mudos de las familias que gritan “vuelve a casa” se ven reflejados en los rostros exhaustos y confundidos de muchos soldados que verán en Irak el último vistazo en su estadía por esta vida.
Bush, a quien yo llamo el “niño Bully” (peleador), se ha empecinado en que invadir Irak fue y es la solución al terrorismo.
”Ellos sembraron el camino para la paz de generaciones futuras", dijo la semana pasada cuando se dio a conocer la cifra de 4 mil soldados estadounidenses fallecidos desde que empezó la guerra.
Cuando leí aquel comentario mi cara se volvió púrpura y salió de mi boca un garabato del que no puede hacerles partícipe. Sentí ira y desconsuelo por todas las personas que son víctimas del juego de un niño mimado y belicoso con sus soldaditos de plástico. De un presidente que ha usado la guerra como pretexto para subir su popularidad alicaída luego de los ataques del 11 de septiembre.
Pero su juego no es novedoso ni original. Ya los césares romanos usaban la guerra como distracción y como método para aumentar su fama.
Bush es otro Cesar más, pero que cada vez pierde mas fuerza y crea repudio.
Me impresionan escenas como la portorriqueña Marlene Fernández, que se acercaba al féretro de su hijo Jason de 20 años, para retirar la bandera estadounidense que cubría el ataúd y reemplazarla por la de Puerto Rico.
Jason, como muchos hispanos, había acudido al ejército para mejores opciones de educación y ayudar a su familia.
Jason fue uno de los tantos soldados vistos por algunos niños iraquíes como héroes y por otros como el verdugo de sus padres.
Acaso si Bush o Condolezza Rice hubieran tenido hijos varones ¿Los habría enviado al campo de batalla?
Las preguntas son muchas y las respuestas exiguas. Pero cada día, de a poco, se reconoce que esta ofensiva ha sido equivocada.
Hasta el Congreso y el mando militar norteamericano virtualmente aceptan que la guerra está perdida y de a poco salen a la luz detalles, ya sospechados por muchos, como los publicados en el libro de Bob Woodward “Negar la Evidencia” donde el autor relata una conversación que sostuvo con Bush donde al presidente le llevó cinco minutos y 18 segundos reconocer el fracaso en la búsqueda de armas de destrucción masiva en Irak, una de las “razones” del conflicto.
La Segunda Guerra Mundial duró seis años y más de sesenta millones de seres humanos perdieron la vida. Cinco largos años han pasado desde la invasión a Irak y lo más seguro es que Bin Laden esté tomando sol en algún lugar lejos de los combates.
¿Cuántos iraquíes han muertos? No se sabe con exactitud pero los medios noticiosos más importantes manejan un rango que va desde los 30 mil hasta las 600 mil personas. “Voy a asegurar un resultado que amerite el sacrificio”, dice Bush.
Mister Bully, su guerra personal no merece que miles de familias estadounidenses e iraquíes tengan en común un puesto vacío en sus mesas.
Mientras usted sigue maquinando como desenredar este lío y salir bien parado más y más voces se oyen susurrando “Papá ven a casa, hijo te extraño, amor aún te espero...”